UNA VELADA APOSTÓLICA


1. LA CAMIONETA ECLESIÁSTICA

Mark siempre me decía: - Mrs. Ruiz, si no está segura de poder venir conmigo a mi iglesia, dígamelo antes. Me repetía esa frase a menudo, cada vez que salía el tema de cuándo me iba a llevar a sus oficios religiosos. Incluso, la misma noche en la que me fueron a recoger, me lo repitió dos veces por teléfono. Yo le respondía muy segura: - Mark, ya he estado en una iglesia baptista y sé que cantan y bailan, y que incluso, algunos se quedan traspuestos.

Esa ceremonia la había visto a principios de curso con un alumno que me llevó a su iglesia. Así que continué diciéndole que el gospel me encantaba, que se me parecía al jazz, y que si patatín y patatán.

La camioneta que me fue a buscar la conducía su madre, una mujer negra, gruesa y grande, su copiloto, otra señora bastante llenita en carnes, a las dos les sobresalían los michelines a derecha e izquierda. Ambas charlaban animadamente en 'ebonics'. Es un dialecto que usan los negros, no está aceptado academicamente, aunque ha habido más de un debate para permitir su impartición en escuelas, institutos y universidades. Labov, reconocido psicolingüista lo ha defendido durante años. Está extendidísimo. Producen un sonido muy peculiar, raspan las vocales como en un violín desafinado - y no hay dios que los entienda -. Algunos dicen que se parece al sonido del palo del billar cuando rilla en el tapete - más dificil me lo ponen -. Es rapidísimo y lo único que se percibe es sonido disonante. Los blancos educados no lo usan, aunque los jóvenes más marchosos lo emplean como 'slang' de moda. Mis alumnos de color lo exageraban más para producir risotadas en clase. Al principio no les entendía, pero después de seis meses oyéndoles a diario, ya sé de qué van, aunque tengo que adivinar bastante.

A sus madres no les entendía ni 'flowers'. Me relajé en la camioneta y empecé a sonreír a todos pidiéndoles disculpas por no hablar con acento americano, ellos se reían y producían más ruidos imperceptibles. Como estaban sus madres presentes, sus modales eran más contenidos que en clase. Fue muy divertido. A mi izquierda estaba sentada otra mujer negra, - bueno, negros eran todos menos yo, así que evitaré mencionar los colores, aunque me parece dificilísimo - Se llamaba Christy, tenía la cara amplia y los ojos achinados, me preguntó si era inglesa, y le contesté que había vivido en Londres y que había ido a Estados Unidos a aprender a hablar inglés con acento americano y a viajar, aparte de dar clase de español para ganarme la vida.

Mientras tanto, en la camioneta, todos se reían a mandíbula batiente. Y Mark, que estaba sentado al fondo, me hacía preguntas para que todos terminaran por desternillarse. Total que les caí bien y terminé siendo la atracción del recorrido. Bueno, el periplo duró más de media hora. Recogían a los fieles del pueblo para llevarlos a la iglesia de una ciudad cercana, Brownsville, - bastante sugerente el nombre -.


2.LA BIBLIA A RITMO DE GOSPEL-JAZZ


Al llegar a su congregación, yo misma me iba presentando: -Franchesca, le dije con acento italiano al pastor, a la sacerdotisa invitada, al bishop, y a todo el mundo que se me ponía por delante. Me sentaron en la fila de detrás de los ministros de la iglesia, - unos, iban de traje a rayas tipo inglés, otros de marrón. Había varios en cada banco, todos hombres menos la sacerdotisa invitada y la mujer del pastor de la iglesia.

El progarama que repartieron decía algo así como 'El papel de las mujeres trabajadoras en la Biblia', pensé en alguna reivindicación feminista; pero para mi sorpresa, fueron más lejos de lo que podía esperar. Toda una representación teatral, intercalada con canciones de gospel-jazz.

La sacerdotisa iba vestida de punta en blanco, de color morado con brocados dorados en el sombrero, chaqueta y zapatos. Cantó con una voz fuerte, potente, poderosa. Bailó desenfrenada, en fin, sobreactuó, y fue tanto su cansancio, que al terminar, se dejó caer en uno de los sillones centrales, donde se descalzó y se bebió una botella de agua a gaznate limpio. Para la actuación, se quitó el sombrero y se cubrió la cabeza con una especie de capucha negra que parecía una boina bilbaina, caida hacia un lado. Se cubrió con una túnica negra, o guarda polvo, tipo pintor de vanguardia. Para mi gusto, un aspecto un poco alarmante. Su actuación fue todo un alarde, tenía unas tablas estupendas, se movió por toda la iglesia e iba increpando a los fieles que gritaban: - Yes, Jesus Christ.
Como el tema iba de mujeres, eligió un pasaje de la Biblia sobre Ruth. Una albina que se sentaba detrás de mi con el pelo teñido de negro menos un mechón blanco, leía el pasaje en voz alta. Cada frase que decía, producía un eco en la sacerdotiza, que los repetía alargándolos, entonándolos y escenificándolos. Para mi estupor, el texto hacía referencia a las relaciones sexuales que había tenido Ruth con el marido de su hermana. ¡No me lo podía creer, en medio de una sociedad puritana, los negros glorificaban el adulterio! En uno de los gestos, al imitar a Ruth en su trabajo en el campo, se subió la sotana e hizo un movimiento con la mano para representar la cópula. Las caras de los ministros de la iglesia se encendieron, abrieron las  bocas enseñando los dientes. No estaban riéndose, se estaban deleitando. El resto, concentrados en su ritual, repetían a coro el Jesus Christ. Solamente el pastor sonreía, tenía unos dientes perfectos. Era una hombre flaco, bajito pero muy enérgico. No paraba de moverse y bailaba que se las pelaba. Su mujer, cachorrona, todavía joven, con un sombrero enorme, le sonrió, vi que le faltaban dos dientes.


3.LA LLEGADA DEL ESPÍRITU SANTO



En la iglesia, todos los fieles estaban glamorosos  con sus trajes de colores, sombreros y zapatos de charol. La que iba de negro riguroso, era yo, no encontré ninguna prenda colorida para la ocasión, si lo hubiese sabido, me habría disfrazado. Pero como no conocía la comunidad, fui discreta.

Después de cuatro horas de cánticos, representaciones de la biblia, lecturas y confesiones públicas de sus pecados, el ambiente estaba ya bastante caldeado, y no hacían otra cosa que increpar al sacerdote con gestos para que anunciase algo. No sabía a lo que se referían.
De pronto, el pastor alzó los brazos y dijo la frase que estaban esperando: 'Ha llegado el espíritu Santo'. Me mosqueé al escucharlo, no me lo esperaba, pero pensé que sería algo parecido a la Comunión en la Iglesia Católica donde todo el mundo muestra recogimiento por la Consagración de la Hostia. Pues sí, fue algo así, pero a lo bestia. Salieron los fieles frenéticos, desorbitados dando zapateados - son como unos saltitos con taconeo retranqueados -. Algunos salían repiqueteando con los brazos extendidos como arrancando a volar, pero se reconducían y se colocaban en la fila. Los movimientos iban acompasados al ritmo del piano eléctrico que parecía que iba a estallar por la intensidad de los sonidos, - me dolían los oídos -.

En la nave central, el pastor y la sacerdotiza iban seguidos por una especie de monaguillos que llevaban una botella de aceite para ungir a los fieles. Les colocaban las manos cóncavas sobre la frente, y al hacerlo, se caían al suelo babeando. Pensé que era por el golpe que les daban, pero, no, aunque la intensidad con la que les ponían las manos sobre las frente era patente, no había ninguna agresión física, caían al suelo como fulminados al recibir El Sacramnto de La Confirmación.

Me levanté porque al caerse la gente, iban rodando los bancos y se amontonaban. No quería morir aplastada y estaba asustada por si acaso en su frenesí me fueran a Confirmar a mí también. Sudé bastante porque el aire me faltaba, había mucha gente, llevábamos mucho tiempo encerrados, y los fieles estaban bastante revolucionados.

Me apoyé en la pared para observarlos, la estampa era impresionante, los fieles en fila con los pies tamborileando con un taconeo resbaladizo y sonoro. Los brazos en alto, y con las manos imitaban el vuelo de una paloma, - fijaban el pulgar en el aire y con el resto imitaban el vuelo de una paloma. Todos juntos, en hilera, representaban la imagen de las postales benditas en las que se ve al Espírtu Santo en forma de Lenguas de Fuego sobre los Apóstoles, pero aquí sobrevolaban las polomitas benditas.


Consiguieron la estampa, para mi fue algo así como lo que escenifican algunos bailaores flamencos de la modernidad. Como la figura del toro de Guernica de Antonio Canales. Lo malo era que allí no había ningún escenario, aquello no era un teatro, ni danza, aquello era verdad.


Por los laterales, algunas señoras salieron al centro de la nave y se desabrocharon las blusas, estaban en éxtasis, otras salían a taparlas con sábanas, se escapaban y se subían las faldas. Parecían exitadas sexualmente más que espiritualmente. Pienso que la llegada del Espíritu Santo es una mezcla de deseo sexual, satisfecho sin contacto físico, sin cópula, ni masturbación. Conseguido después de horas de estimulación por medio de taconeos, traqueteos , cantos desgarrados, confesiones públicas, y claro, llegan al éxtasis sexual.

Otros fieles, iban con rollos de papel de cocina limpiándoles las babas que habían caído sobre la moqueta. Uno que se quedó tumbado en el atrio central, babeaba tanto, que la mujer del pastor, estuvo hasta el final con el rollo de papel en mano. - lo tendrá asumido como una función propia de su cargo -.

Yo seguía contra la pared, y estuve en un 'tris' de salirme de la iglesia, porque aquello, con todos mis respetos, parecía una merienda de negros.


4. LA PREGUNTA DEL PASTOR


Para salir de la duda ante tantos desmayos, miré a Christy, la mujer que conocí en la camioneta y con la que me había sentado para sentirme más segura. Le pregunté qué hacía tanta gente por los suelos, esperaba que me diera una respuesta razonable para tranquilizarme, pero al mismo tiempo me temía la respuesta, y hubiese sido mejor no haberlo hecho, porque me dijo: - ¿ No sabe por qué se desmayan ? Meneé la cabeza negándo, no tenía ni idea.
-¡Es que ha venido el Espíritu Santo! Casi me da otro desmayo a mí también.
Durante la ceremonia, estuve sentada al lado de ella, y observé que se había inyectado insulina, era diabética; y también estuvo un rato catatónica. Lo comprendí, necesitaba azúcar. Me pidió un caramelo. Se ve que la dosis se le quedó corta al alargarse tanto la ceremonia. Me puse nerviosa por si se desmayaba. Al final lo encontré, y se recuperó, le di aire unos momentos con unos abanicos cortesía de la funeraria del pueblo, y ella también salió repiqueteando y haciendo las palomitas. Mark, también se colocó en medio del atrio y estuvo un rato de pie, como en trance y moviéndose como una apisonadora. ¡Menos mal que ellos no se desmayaron!, aunque entre tantos caidos, no se hubiese notado.

Estuve un buen rato que el color se me iba y venía, pero aguanté el tirón, y la verdad, dudé si esos oficios religiosos eran los de una iglesia Apostólica, o me había metido en alguna sexta extraña. Lo malo del caso, era que el pastor les increpaba para que tuvieran más éxtasis, y yo ya no veía la hora de que aquello terminara. Me había quedado sola porque mis acompañantes estaban recibiendo los Sacramentos.

Llegó un momento en el que, por fin, vi que se estaban sentando, recomponiéndose. Todos ordenaditos en sus bancos, respiré, pero no del todo, porque el pastor, el que enseñaba los dientes todo el rato, se dirigió a mí y me dijo: -¿ Señora, qué le ha parecido El Sacramento ?
Yo, me levanté como por resorte, todo el mundo estaba relajado, en silencio, y entre lo nerviosa que estaba todavía, lo impresionada que me quedé y al verme de pie en medio de todos le dije:

-¡ Impresionante, no esperaba que se desmayara tanta gente ! Pedí disculpas por no poder expresaeme mejor y me senté de golpe dando un culazo en el banco. Miré a Mark y vi que se sonrió. El resto se quedó en silencio.


5. SI LO SÉ NO VOY


Ya era el final, así que salimos ordenadamente, fuera, Mark me dijo que se había reído porque cuando el pastor me había preguntado por la ceremonia, yo, al contestarle, había hecho una mueca exacta a la de la cara de la gente que se había desmayado. Había abierto la boca y sacado la lengua hacia un lado. Me preocupé, y le dije que no era mi intención hacer burla de ellos. Seguramente fue una reacción refleja, porque me quedé con todas sus caras grabadas y repetí el gesto sin darme cuenta.
Creo que nadie en la iglesia entendió lo que dije por mi acento británico, y la cara que puse, solo la vio el pastor y la gente cercana, eso esperaba yo.
En mi afán por saber el porqué de ese desmayo colectivo, seguí preguntando. Mark me volvió a decir que eso era lo normal cuando llegaba el Espírutu Santo. Él se dio cuenta de que había pasado miedo y de que la cara que había puesto no había sido de burla, sino de pánico. Un amigo suyo se me acercó y me dijo que me había visto cuando me había quedado pálida. Yo tenía la impresión de que nadie me veía porque nadie me miraba. Me sentía invisible, como una espectadora, ya que todos estaban tan concentrados en sus rezos, cantos, confesiones, bailes y demás acciones, que pensé que la única que miraba la función era yo. Fue como un teatro moderno en el que te integran en la representación. Al ser la única blanca en la sala, a lo mejor invocaron al Espíritu Santo para que tuviese un buen recuerdo.

Después del Servicio Divino, comprendí las palabras de Mark: - ¡Mrs. Ruiz, si no está segura de venir conmigo a mi iglesia, dígamelo antes! No quiero tentar a la suerte de nuevo, no creo que vuelva, y eso que la madre de Mark me invitó de nuevo. A lo que le dije que me lo tenía que pensar. No vaya a ser que me conviertan en Apostólica, pensé para mis adentros.

Al día siguiente fui al McDonald donde trabajaba Mark para darle un detalle para su madre por haberme invitado. No quería que sus compañeros se enterasen de lo que había pasado.
Al entrar en clase, él comentaba en corrillos lo animada que había estado la velada, que si yo me había puesto a dar palmas, y del susto que me llevé. Nadie dijo nada, aunque algunos alumnos blancos me preguntaron que si eso era verdad. No daban crédito a sus palabras. Nadie había visto antes a una blanca extranjera en un oficio religioso de los negros. Me quedé pensativa, seguro que a mis jefes no les iba a gustar esa integración. De hecho, lo supe después. No les pareció adecuado que la profesora de español se relacionase con la comunidad negra. Se supone, que al ser blanca, tenía que mantenerme dentro del círculo de los de mi color. Fui una transgresora, y eso me ocasionó problemas.


Humboldt, Tennesse, Febrero, 1999



APOSTILLA

No pasaba ni un día en el que algún alumno me preguntase por mi ida a la iglesia. Lo supo todo el pueblo. Un día, me encontré en un semáforo con la madre de Mark y me dijo que cuando se me pasara el susto volviera por su iglesia. Me dio las gracias por el detalle. ¿ Me querrán convertir ?

Otro día me preguntó Mark que si me hubiese gustado ser negra. Le respondí que quería ser persona y no solo un cacho de carne con ojos. ¿ Me querrán adoptar ?

También ayudé a una alumna negra que escribe poemas a envíar los suyos a un concurso. Se celebra en Jackson y era sobre la Histora de los negros. Sus poemas se titulaban: 'Black like me'

El pastor me mandaba recuerdos. Los alumnos negros ensayaban los pasos de baile del bishop cuando yo pasasaba por los pasillos del instututo. ¿ Me qerrán integrar en la comunidad ?

Son unas personas tan sufridas, que ahora entiendo la exageración de sus rezos, sus cantos agónicos, la teatralidad tan verosimil de sus actuaciones, - lo de los desmayos colectivos todavía no lo veo muy claro -, y al estar en una sociedad que los ahoga, no les queda otro remedio que hacer terapia en la iglesia. Me siento más cerca de ellos que de los blancos, ingleses descafeinados, hipócritas de musical.

Comentarios

  1. Hallo, hallo;

    desde luego hay que tener cuidado con las invitaciones. A fuerza de aceptarlas más de uno habrá perdido la vida, la dignidad o la vergüenza ;) Menos mal que la red ya va quitando el factor sorpresa; que con saber el hotel o lo que va a ver uno, se puede ir preparando, o evitarlo directamente. A mí es que me da muchísimo horror ese tipo de interacciones; el espíritu santo que venga a verme a casa.... hazme el favor.

    A todas estas soy Santi, Curry; que te estuve leyendo el otro día pero me olvidé de decir nada. Así de malacostumbrado nos tiene la tele :P

    Escribes muy bien. Te lo digo con pelusa; de la verde, de la de toda la vida. Y casi te escucho la voz, tus expresiones :_ )

    Yo escribía pero ya ni gota; me pierdo en rimas, y tampoco creo tener nada que decir, así que, por lo pronto, espero. Espero y soy el ilustrador de una poeta que tampoco escribe del todo mal ;) Te dejo el enlace y me llevo mi pelusa.

    http://peleandoelahora.blogspot.com.es/

    Bis gleich!

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  2. Ya leí el blog que me reseñas. ¡ESO SÍ ES UN BLOG! El mío solo es un cuaderno de notas que desempolvo para que no se apolille.
    Escribo sobre mis aventuras o peripecias de supervivencia con la voz en "in" que me lleva hacia el "out", jejeje.
    Muchísimas gracias por leerlo y por tu comentario. ¡ Seguiré escribiendo !
    Franziska, alias Curry




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